Me pregunto qué hora será. He tenido que dormirme en cuanto me monté en el coche, me parece haber dormido una eternidad. Ha sido un día muy divertido, pero el sol sureño sigue pegando a pesar de estar ya en el mes de noviembre. No me imaginaba esto antes de llegar aquí. ¿Qué hora será? En el asiento a mi lado, ella parece concentrada en la carretera que tiene delante, pero ese brillo en la mirada la delata, yo sé que sigue pensando en ese enorme caimán. ¡Cómo olvidarlo! Un bicho de ese tamaño se suele ver solo en las películas de Mr. Crocodile Dundee.
Por la mañana habíamos recorrido esa misma carretera en sentido contrario. Desde el sur bajábamos más al sur. Donde los árboles se bañan. Pensaba que si hubiera habido una primera vez en el estado de Luisiana habría sido seguramente en la fascinante New Orleans. En cambio, nosotros nos preparábamos para un tour de los pantanos en los alrededores de la anónima Slidell. En su web, la empresa organizadora prometía encuentros casi íntimos con todo tipo de fauna: tortugas, jabalíes, pájaros y, por supuesto, con el rey de los pantanos, el caimán. He viajado demasiado para creer en estas estrategias de marketing, pero el hecho de que exageren un poco las cosas no siempre significa que el tour no estará a la altura. Así que no queda otra que probarlo.
El sol fuerte y la luz del día quitaban un poco de ambiente al paseo en barco. El swamp – ciénaga o pantano- es una particularidad de esta zona de los Estados Unidos y a mí me recuerda mucho algunas películas de terror. Este es sin duda el lugar perfecto para deshacerse de un cadáver. Me imaginaba un barquito y dos hombres remando despacio en la oscuridad. Los dos discuten sobre algún asunto dejado inacabado atentos a mantener el tono muy bajo. De repente, sueltan los remos y levantan con esfuerzo una bolsa de basura enorme -sin duda, el cadáver de turno- para arrojarlo al agua. Los escamosos habitantes del pantano pensarán en completar el trabajo de nuestros dos desconocidos que, retomados los remos, se alejan hasta desaparecen detrás de un muro de niebla.
Así es como me imagino yo a los pantanos. Así es como tienen que ser cuando cae el sol. Y por eso la luz del día arruinaba la escena. Pero seguimos con el tour. Llevábamos un buen rato sentados en la lancha a motor y el capitán seguía alternando la típicas explicaciones pseudocientíficas con pinceladas de chiste fácil americano… Mientras tanto nos deslizamos entre musgos negros y cipreses que parecen llevar todavía la decoración de la última fiesta de Halloween. El barquito se abría paso entre una multitud de hojas verdes que escondían casi el agua. Fue entonces, mientras el capitán señalaba un curioso tronco que brotaba del pantano, cuando la tranquilidad del momento se rompió en mil pedazos líquidos. A pocos metros de la lancha se abrió un agujero oscuro del que salió la criatura más grande que había visto en mi vida. El brazo del capitán seguía indicando algo a su izquierda que ya nadie veía. Un enorme caimán había robado la atención de todos, de todo. Fue un instante, pareció que la bestia quisiera subirse al barco, o quizás solamente darle un mordisco, visto como abrió la boca alargada. El intento fracasó y como vino se fue. El enorme animal volvió a meterse debajo de la superficie líquida y el verde volvió a tapar el agujero. Durante un momento eterno nadie habló. Luego fue un carnaval de mascaras de miedo, sorpresa, incredulidad y felicidad. Menudo bicho acabábamos de ver.
Habíamos tenido que madrugar para llegar a tiempo para el tour, pero, por Dios, si había valido la pena. Volví a mirar las fotos en mi cámara pero no conseguía ver ninguna con el animal. No es posible, estaba seguro de haber apretado el botón. ¡Qué rabia! … ¿Qué hora será? … Me parece oir la voz de Rosana…
-“Ey, tranquilo, despierta“
– “¿Eh…?” -Le contesto con voz del otro mundo.
-“Creo que soñabas con caimanes y fotos; vuelve a dormir”.
-”Vaya timo… ¿no? el tour… Los caimanes más grandes que vimos estaban a veinte metros de la lancha y eran grandes como el perrito de los vecinos. Uno no se puede fiar nunca de lo que prometen en Internet.”
***
P.D.: El tour es altamente recomendable. Es verdad, no vimos ningún caimán enorme, pero sí varios de los pequeños, además de tortugas, un jabalí, algunos pájaros, dos serpientes y una araña asquerosa. Las ciénagas son un lugar muy particular y personalmente me gustaron mucho. Y más allá de ser el lugar perfecto para esconder a un cadáver, son también el sitio ideal para pasar un par de horas de relax y sacar unas buenas fotos.