Managua y los proyectos de AMCA

Hace ya unas semanas vino a Managua un grupo de padrinos y amigos de AMCA, la asociación suiza con la que trabajo aquí estos meses. El propósito del viaje era, además de visitar la ciudad, de sensibilizar y hacer conocer más de cerca los proyectos que AMCA tiene en Nicaragua: el centro escolar Barrilete de Colores, los hospitales “Bertha Calderón” y “La Mascota”, un centro de formación agropecuario en Diriamba y una Casa Materna en Matagalpa. Así, cuando Manuela, la responsable, me invitó a participar en la gira saqué mi Nikon y me monté al bus. Se agregaron al grupo también los otros tres civilistas-voluntarios suizos: Dominik, Dimitri y Maila.

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El primer día lo pasamos visitando los pocos lugares interesantes de la capital. De hecho, creo que se pueda hablar de atracción turística solo en el caso del nuevo puerto “Salvador Allende” y de lo que queda de la antigua Catedral. El resto de los “monumentos”, dedicados o a Rubén Darío o a la Revolución sandinista, son más bien propaganda histórica, sobre todo los de la Revolución. Creo haber comentado ya que Managua no tiene un centro propiamente dicho, y eso a causa del terremoto que destrozó la ciudad el 23 de diciembre de 1972. Desde aquel día ya no existe una organización territorial, más bien todo lo contrario: entre las ruinas surgieron centenares de chozas y la ciudad se fue expandiendo (y lo sigue haciendo) de manera totalmente incontrolada y arbitraria. Algunos de los sitios que teníamos planeado ver están justo donde antaño se encontraba la ciudad colonial, pero como hoy en día la zona es un poco peligrosa (vaya novedad, ¿verdad?) siempre es mejor desplazarse de un lugar a otro en bus, perdiendo así el contacto con la gente y con la ciudad misma. De este modo se hace difícil captar la verdadera esencia de Managua. Pero así es. En los alrededores del antiguo centro está, por ejemplo, Plaza de la Revolución con el Palacio Nacional – hoy sede de un museo- y el mausoleo donde descansan eternamente después de tanto luchar los jefes del Frente sandinista. Justo en frente del mausoleo puede admirar la cascara vacía de la antigua Catedral, otra herencia del devastador terremoto del ’72. También dije en otro post que la ciudad de Managua muy poco ofrece al turista, sin embargo, ese poquito merece una visita, sobre todo considerando su faceta de salvaguarda de la memoria histórica de Nicaragua.

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Para el día siguiente teníamos planeado ir a visitar el pueblo de Diriamba, sede de uno de los proyectos más jóvenes de AMCA: un centro de formación focalizado en la agricultura natural y dirigido a los jóvenes de la región. El objetivo del centro es de frenar la huída de jóvenes del campo hacia la capital y al mismo tiempo volver a un cultivo de la tierra más respetuoso del medioambiente.

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De vuelta a Managua, terminamos nuestra gira visitando los tres proyectos “fuertes” de la asociación: la escuela y los dos hospitales. El Barrilete de Colores, nace a principios de los noventa por voluntad de un grupo de madres que se encontraron de repente sin un lugar donde mandar a sus hijos. Desde entonces el centro ha cambiado mucho, pasó de ser privado a formar parte del MINED y vio aumentar el número de alumnos de unos pocos a los casi cuatrocientos actuales. Lo que no ha cambiado es el sentimiento de protección y cariño que el personal reserva a los niños. Situado geográfica y socialmente en un contexto difícil, el Barrilete lucha diario para ser un oasis feliz donde los alumnos puedan crecer y aprender en paz.

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Sigo rápidamente con los proyectos diciendo dos cosas del “Bertha Calderón” y “La Mascota”, ambos hospitales de referencia nacional en sus respectivas especialidades. El primero trata sobre todo con mujeres, el segundo con niños. En el “Bertha Calderón” AMCA colabora en los repartos de labor y parto, ginecología y neonatología. “La Mascota”, que es también el proyecto más antiguo de AMCA, recibe ayuda desde Suiza sobre todo en los repartos de oncología infantil. Creo que es importante subrayar que AMCA no apoya estos proyectos solo económicamente, sino que a través de civilistas y voluntarios proporciona conocimientos y experiencia para contribuir al crecimiento constante de los dos centros.

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Así pues, la visita de los amigos de AMCA me dio la posibilidad de conocer más de cerca los proyectos que no me ven involucrado directamente. En fin, cuando se presenta la oportunidad de conocer instituciones como escuelas y hospitales de un país extranjero se tiende enseguida a compararlos con la realidad que mejor se conoce, la de casa. En el caso de Nicaragua y Suiza las diferencias en estructuras, maquinarias, y recursos son enormes, obvio. Por ello, la tarea de grupos como AMCA no es de eliminar del todo esas diferencias, eso sería un poco utópico, sino de limarlas cuanto más se pueda para que incluso en los países llamados “en vías de desarrollo” se pueda crecer, trabajar y curarse en condiciones dignas.

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