En las antípodas: Australia contada por Bill Bryson

En Suiza el servicio militar es obligatorio. La primera parte dura unos cinco meses y suele terminar sobre diciembre, tarde para empezar el curso académico. Por eso, es muy común entre los chicos de 19-20 años tomarse el resto de ese año e irse al extranjero a aprender un idioma. En el caso que sea el inglés el idioma que nos interesa, muchos se encuentran en un cruce: un camino lleva a Estados Unidos, el otro a Australia. En mi caso decidí por el Nuevo Mundo, también porque por aquel entonces Australia no me llamaba mucho la atención, quizás, en parte, por la falta de conocimientos sobre este país. ¿Por qué os cuento todo esto? Porque mi primera entrada dedicada a los libros de viajes nos lleva al país de los canguros. Ahora bien, mi desinterés se justifica un poco si leemos este gracioso fragmento del libro En las antípodas:

“Australia no se porta mal. Es estable, pacífica y buena. No tiene golpes de estado, sobrepesca abusiva o simpáticos déspotas armados, no cultiva coca en cantidades provocativas ni se dedica a arrollar a otros de una forma presuntuosa e impresentable.”

De ahí viene también nuestro desconocimiento.

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De todos modos, mi idea de esta país-isla-continente ha ido evolucionando a medida en que iba leyendo este divertido e interesantísimo libro del autor estadounidense Bill Bryson. Bryson recorre miles y miles de kilómetros atravesando la nada australiana, el outback y nos cuenta de lombrices gigantes (de verdad) y koalas y langostas gigantes (de alambre), riéndose del Gran Toro (también de mentira) al que se le balancean los testículos con el viento. Nuestra guía recorre también las ciudades más importantes del continente hablándonos de sus sensaciones al respecto: aburridas unas, perdidas en el desierto otras pero  asombrosas la mayoría. Las experiencias personales de Bryson adornan bellamente toda una serie de anécdotas históricas que no aburren nunca.

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¿Sabíais que Australia fue durante años una prisión del Reino Unido? ¡Sus primeros habitantes blancos fueron presos! Digo blancos porque los aborígenes ya llevaban ahí muchísimo tiempo. El viaje desde Inglaterra duraba 252 días. En los años 60 la televisión era todavía una novedad emocionante y en las zonas rurales no había suficiente energía para tener lavadora. Por nada Australia acaba siendo francesa, si el tal conde de La Pérouse hubiera llegado un poco antes, habría ahorrado a los australianos 200 años de comida inglesa (Bryson dixit).

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Australia es un lugar de contrastes muy fuertes: tan inmenso que nadie casi se enteró de nada cuando una secta japonesa hizo experimentos nucleares en el outback; ahí vive el animal más mortíferos del planeta, la medusa cofre, que con su veneno podría matar al equivalente a una habitación llena de gente pero que se nutre de pequeños camarones. Sí, Australia es el país de los extremos: si no, ¿cómo podría convivir gente que se baña a pocos metros de los tiburones con gente que se lo pasa bien viendo un partido de cricket?

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